En los años 70, se dragó un canal que conectaba el mar Menor con el Mediterráneo, lo que provocó una disminución de la salinidad y la colonización de diversas especies en la albufera. Para mediados de los años 90, se registraron 135 millones de ostras planas en la zona. Sin embargo, la intervención humana, a través de la minería, la agricultura intensiva y un desarrollo turístico descontrolado, llevó a un deterioro ambiental significativo. Este proceso de eutrofización culminó en 2015 y 2016 con la aparición de una ‘sopa verde’ que devastó la flora marina.
El ecosistema del mar Menor perdió su capacidad de autorregulación, y un episodio de gota fría en octubre de 2019 resultó en una mortandad masiva de fauna marina. Ante esta situación crítica, surge el proyecto RemediOS, impulsado por el Instituto Español de Oceanografía y diversas administraciones. Este proyecto propone la reintroducción de ostras para ayudar a restaurar el ecosistema.
Las ostras, que pueden filtrar hasta 200 litros de agua al día, jugaron un papel crucial en la salud del mar Menor en los años 90. Sin embargo, la sobreexplotación de estas especies llevó a su drástica disminución. Según la investigadora Marina Albentosa, se necesitarían alrededor de 60 millones de ostras para lograr una mejora significativa en la calidad del agua de la laguna.
El próximo paso del proyecto será en abril de 2025, cuando se comenzará a crear un arrecife junto a las islas del Barón y Perdiguera, donde se sumergirán las primeras ostras para evaluar su viabilidad en la restauración del ecosistema. La esperanza es que, con este esfuerzo, el mar Menor pueda recuperar su salud y biodiversidad, aunque la pregunta persiste: ¿podremos realmente volver a la situación de los años 90?
