La miel importada a Europa está siendo alterada en casi la mitad de los casos, según la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF). En España, este porcentaje aumenta al 51%. Esta alteración se realiza añadiendo agua o jarabes de azúcar artificial para aumentar el volumen y obtener mayores beneficios. Esta práctica afecta al mercado de la miel, ya que reduce los precios y pone en peligro la rentabilidad de los apicultores.
Europa produce el 12% de la miel consumida en el mundo, pero solo cubre el 60% del consumo interno. El 40% restante se importa de países como Ucrania, China, México, Argentina, Cuba, Brasil, Uruguay y Turquía. Alemania, Polonia, Bélgica y España son los países que más importan miel y también los más afectados por el fraude.
La falta de controles en las fronteras dificulta la detección de productos alterados. La empresa Sicpa, encargada de fabricar la tinta de seguridad de los billetes, afirma que es complicado detectar estos productos. Sin embargo, recientemente el Parlamento Europeo adoptó medidas para reforzar la producción europea y combatir el fraude en el etiquetado de la miel.
La miel alterada se somete a un proceso de ultrafiltración y se mezcla con miel de apicultor, lo que dificulta su análisis y validación. Además del fraude en la miel, el sector apicultor también enfrenta la crisis de rentabilidad debido a la invasión de la velutina y la variabilidad climática.
El aumento del consumo de miel en Europa representa una oportunidad de negocio, siempre y cuando se pueda garantizar la seguridad y trazabilidad del producto. Sicpa propone el uso de etiquetas seguras para asegurar la procedencia de la miel y la Comisión Europea está considerando la implementación de un código de identificación único para rastrear la miel hasta los apicultores.
En resumen, el fraude en la miel importada a Europa es un problema que afecta tanto al mercado como a los apicultores. La falta de controles en las fronteras facilita la introducción de productos alterados. Sin embargo, se están tomando medidas para reforzar la producción europea y garantizar la trazabilidad del producto. Esto podría abrir nuevas oportunidades de negocio para la miel producida en España y mejorar la rentabilidad del sector apicultor.
Imagen: EFE