La humanidad ha estado en la búsqueda de armas láser durante décadas. Durante la Guerra Fría, la URSS experimentó con pistolas láser, pero la tecnología no estaba lista. Sin embargo, en los últimos años, hemos visto un aumento en el uso de armamento láser en el campo de batalla. Ejemplos notables incluyen el BlueHalo Locust de Estados Unidos, el cañón Zarira ruso y el DragonFire británico.
Uno de los desarrollos más destacados es el Iron Beam de Israel, que ha requerido más de 1.000 millones de dólares en inversión. Este sistema se complementa con la Cúpula de Hierro, un eficaz sistema de defensa aérea que ha demostrado su capacidad para interceptar amenazas. Desde su despliegue en 2011, ha sido actualizado para mejorar su eficacia.
El Iron Beam se presentó en 2014 y ha evolucionado a lo largo de los años. Aunque inicialmente se pensó en un sistema móvil, se ha convertido en un sistema fijo debido a su complejidad. En 2023, se demostró que el láser podía mantener una potencia de 100 kW a 10 kilómetros, derribando drones y misiles con un coste de solo dos dólares por disparo.
La precisión de las armas láser es una ventaja significativa, ya que minimiza los daños colaterales en comparación con los misiles convencionales. A pesar de los avances, algunos soldados han señalado disparidades entre los resultados de laboratorio y el despliegue real. Sin embargo, el sistema LOCUST ha recibido críticas más positivas en operaciones recientes.
Estados Unidos está muy interesado en el Iron Beam, ya que ha invertido 1.200 millones en su desarrollo. A pesar de los retos, como la necesidad de una potente fuente de energía y el mantenimiento especializado, se espera que el sistema esté operativo a finales de 2025.
Imagen: Rafael
