El enigma de la secuoya de la Alhambra: un misterio botánico en Granada

En 1926, Harriet N. Dimond escribió una carta al botánico Willis L. Jepson describiendo un árbol en la Alhambra de Granada que identificó como una secuoya roja. Este hallazgo resultó intrigante, ya que las secuoyas no eran comunes en Europa en esa época. Dimond mencionó que el árbol había sido plantado por el Duque de Wellington, lo cual parecía plausible debido a la relación histórica entre Wellington y Granada. Sin embargo, el tamaño del árbol no coincidía con las fechas de la llegada de Wellington a la península.

Jepson investigó y descubrió que el botánico Thaddaeus Haenke, de la expedición Malaspina, había recolectado semillas de secuoya en California en 1791. Esto sugería que las secuoyas podrían haber llegado a España antes de lo que se pensaba. A pesar de esta teoría, no se encontraron pruebas concluyentes en los registros de Haenke.

En los Jardines de Kew, Jepson encontró finalmente una referencia a las semillas de secuoya recolectadas por Haenke, confirmando su hipótesis. Sin embargo, la existencia de la secuoya en la Alhambra en 1926 sigue siendo un misterio. Aunque hay secuoyas en la Alhambra, plantadas entre 1854 y 1856, estas no coinciden con el tamaño descrito por Dimond.

El profesor Donald C. Cutter sugirió que el árbol pudo haber muerto recientemente, pero no hay registros claros sobre su existencia o muerte. La historia de la secuoya de la Alhambra sigue siendo un enigma sin resolver.

Imagen: Dave Herring | William Justen de Vasconcelos

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