China enfrenta un desafío demográfico sin precedentes, con proyecciones que indican que en una década más de 450 millones de personas superarán los 60 años, representando el 32,7% de su población. Esta situación contrasta con la disminución de su fuerza laboral, que se prevé caerá a niveles de los años 80. El Gobierno de Xi Jinping ha comenzado a implementar medidas para abordar este problema, como el aumento de la edad de jubilación y la promoción del voluntariado entre los mayores.
La población en edad de trabajar está en declive, y se estima que en 2040 habrá 300 millones de jubilados. Ante este panorama, el Gobierno ha decidido aumentar gradualmente la edad de jubilación, comenzando en 2025. Para los hombres, la edad se elevará de 60 a 63 años, mientras que para las mujeres, de 50 o 55 años a 55 y 58, respectivamente.
Además, se han emitido directrices para fomentar el voluntariado entre los ancianos, permitiéndoles contribuir a las comunidades menos desarrolladas. Se espera que participen en actividades como el cuidado de niños y asistencia a personas con discapacidad. Esta iniciativa busca aprovechar la experiencia de los mayores y mitigar el impacto del envejecimiento poblacional.
El programa Silver Age Action, lanzado en 2003, se actualizará para mejorar la calidad y eficacia de la participación de los mayores en el desarrollo social y económico. A pesar de los retos, el envejecimiento de la población también presenta oportunidades en el mercado de la Silver Economy, que busca aprovechar el potencial de las personas mayores.
En resumen, China se enfrenta a un futuro complicado con un creciente número de ancianos y una disminución de la fuerza laboral. Las medidas adoptadas por el Gobierno buscan no solo mitigar estos efectos, sino también transformar el desafío en una oportunidad para el desarrollo social y económico del país.
Imagen: Galen Crout (Unsplash) y Chastagner Thierry (Unsplash)
