La emergencia climática es un asunto serio. El Acuerdo de París de 2015 establece un objetivo de 1,5 ºC como límite para el calentamiento global, lo que supone un esfuerzo internacional sin precedentes. Por el camino habrá que resolver otros asuntos como qué hacer con los barcos petroleros y metaneros. Más de un tercio del transporte marítimo comercial está dedicado a los combustibles fósiles.
Actualmente, hay unos 13.000 buques petroleros transportando crudo y derivados, 3.000 buques metaneros transportando gas natural o petróleo licuado, y 2.500 buques graneleros transportando carbón. Estos buques representan una economía de 596.000 millones de dólares. Sin embargo, según un estudio de la University College de Londres y la Fundación Kühne de Suiza, hasta 286.000 millones de dólares de todo ese valor que flota en los mares va camino de desaparecer, a medida que el mundo reduce sus emisiones de carbono.
El estudio se basa en un escenario de la Agencia Internacional de Energía (IEA) que prevé una reducción de las emisiones globales de carbono a cero neto para 2050. Este escenario, al que se han adscrito la Unión Europea y Estados Unidos, pero también el sector energético de China, supondría una caída significativa en la demanda de combustibles fósiles. El sector marítimo tendrá algunas oportunidades de mitigar el impacto de la transición energética. Los buques graneleros que transportan carbón podrán ser adaptados para transportar otros materiales a granel, como los minerales necesarios para los paneles solares.
Del mismo modo, los petroleros podrían ser adaptados para transportar metanol y otros biocombustibles, aunque dependerá de la demanda. Sin embargo, las oportunidades de reconversión serán mucho más limitadas en el caso de los buques de gas natural, diseñados específicamente para transportar GNL a temperaturas extremadamente bajas. La realidad es que las petroleras siguen extrayendo combustibles fósiles y los países siguen comprando petróleo flotante como si la emergencia climática no existiera. Adaptarse, diversificar su actividad a tiempo y moderar la inversión en nuevas embarcaciones puede ser lo que mantenga a flote a las empresas de transporte.