En los primeros años del siglo XXI, el software libre se convirtió en un tema de moda en el debate político. Varias comunidades autónomas españolas lanzaron sus propias distribuciones de Linux para fomentar la independencia tecnológica y reducir costos. Sin embargo, con el tiempo, casi todas estas iniciativas desaparecieron o cayeron en la irrelevancia.
LinEx, lanzada en 2001 por la Junta de Extremadura, fue la más emblemática. Basada en Debian, tuvo un éxito inicial notable, con miles de instalaciones en escuelas y oficinas gubernamentales. Sin embargo, el auge de alternativas como Ubuntu y cambios políticos llevaron a su declive. En 2016, los ordenadores del Servicio Extremeño de Salud abandonaron LinEx en favor de Windows.
La Junta de Andalucía lanzó Guadalinex en 2004, siguiendo el modelo de LinEx. Aunque tuvo un respaldo inicial similar, su desarrollo se detuvo tras la versión v9 en 2014. Durante la pandemia, se retomó con Guadalinex Edu, que en 2021 fue sustituida por EducaAndOS.
La Comunidad de Madrid lanzó MAX en 2003, enfocada en el sector educativo. A diferencia de otras, MAX ha permanecido activa y sin altibajos, con su última versión lanzada en 2023.
Otras distribuciones como MoLinux (Castilla-La Mancha), LliureX (Comunidad Valenciana) y Linkat (Cataluña) también surgieron, pero enfrentaron desafíos similares. La falta de recursos y soporte técnico, junto con la decreciente popularidad del software libre como reclamo político, explican su decadencia.
Imagen: Marcos Merino mediante IA