Durante dos décadas, cientos de miles de personas entraron y salieron por las puertas del Citigroup Center en Nueva York, ajenas a un fallo crítico en su diseño arquitectónico. Este rascacielos, que se completó en 1977, se convirtió en un ícono del skyline de la ciudad, pero escondía un grave defecto estructural que podría haber tenido consecuencias catastróficas.
La historia comienza en los años 60, cuando la iglesia luterana de San Pedro vendió su terreno para la construcción del rascacielos. El diseño fue encargado a Hugh Stubbins & Associates, mientras que la ingeniería estuvo a cargo de William LeMessurier. El edificio, con 59 plantas y una altura de 279 metros, se caracterizaba por su impresionante tejado inclinado y su innovadora base sostenida por cuatro pilares centrales.
Sin embargo, el diseño presentaba un problema: las juntas de conexión no estaban soldadas, lo que las hacía vulnerables a vientos diagonales. Un año después de la inauguración, la estudiante de ingeniería Diane Hartley alertó a LeMessurier sobre posibles fallos en la estructura. Tras realizar nuevos cálculos, el ingeniero descubrió que la carga máxima sobre las juntas superaba el 40% en condiciones de viento extremo.
Consciente del peligro, LeMessurier se puso en contacto con abogados y especialistas para desarrollar un plan de refuerzo. Las reparaciones se llevaron a cabo en secreto durante la noche, mientras la vida continuaba normalmente en el rascacielos. Finalmente, el problema fue resuelto, pero el caso no salió a la luz hasta 1995, revelando la historia de un error que pudo haber costado miles de vidas.
Hoy, el Citigroup Center sigue en pie, pero su historia es un recordatorio de la importancia de la seguridad en la arquitectura y el ingenio humano para corregir errores fatales.
Imagen: Andrew Moore, Elisa.rolle, Johan Burati, Trxr4kds, Max Hermus, Amar.raavi
