En febrero de 2022, mientras las fuerzas rusas invadían Ucrania, un ciberataque paralizó una red de comunicaciones vía satélite. Este ataque, atribuido a Rusia, buscaba interrumpir el mando y control de Kyiv en los primeros momentos de la guerra. La ofensiva afectó a módems conectados a un satélite de comunicaciones, paralizando turbinas eólicas en Alemania y cortando el acceso a internet a miles de personas y empresas en Europa.
El ciberataque subrayó la importancia de los satélites en la guerra moderna, ya que ayudan a los ejércitos a posicionar efectivos, gestionar comunicaciones y lanzar o detectar armas. A medida que más países y empresas construyen constelaciones de satélites, la competencia por tecnologías que puedan perturbar o destruir estos activos se intensifica. Tecnologías como la interferencia de señales, láseres de alta potencia y misiles antisatélite son desarrolladas por potencias como Estados Unidos, Rusia y China.
Un ejemplo extremo es el supuesto desarrollo por parte de Rusia de un arma nuclear antisatélite basada en el espacio, lo cual Moscú ha negado. Este tipo de arma podría tener repercusiones devastadoras, afectando satélites esenciales para la predicción del tiempo, la navegación y la respuesta a catástrofes. Estados Unidos ha acusado a Rusia de lanzar satélites con capacidades contraespaciales, lo que aumenta las tensiones en la carrera armamentística espacial.
El desarrollo de tecnologías contraespaciales se produce en un contexto de creciente atención al espacio, con Estados Unidos y China compitiendo por poner astronautas en la Luna y construir bases de investigación. Las rivalidades geopolíticas en la Tierra se trasladan al espacio, con Beijing y Moscú buscando negar a Estados Unidos el uso de sus capacidades espaciales en conflictos militares.
La carrera contraespacial no es nueva. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética competían por tecnologías para derribar satélites. Hoy, Rusia y China desarrollan capacidades para disrumpir las comunicaciones, navegación y mando y control basados en el espacio. Estados Unidos, por su parte, sigue avanzando en la investigación y desarrollo de tecnologías espaciales.
El Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967 prohíbe el emplazamiento de armas de destrucción masiva en el espacio, pero no las armas convencionales. Recientemente, Rusia vetó una resolución de la ONU respaldada por Estados Unidos para reafirmar estos principios, lo que complica los esfuerzos para acordar normas internacionales que garanticen la paz en el espacio.
Imagen: CNN