El bocadillo de calamares es un plato clásico madrileño que ha ganado popularidad a lo largo de los años. Este delicioso bocadillo consiste en calamares rebozados y fritos en aceite de oliva, servidos entre dos trozos de pan. Su origen se remonta al siglo XVI, cuando el traslado de pescados y mariscos desde la costa hasta Madrid era un desafío.
En aquel entonces, el pescado fresco se conservaba en pozos rellenos de nieve para mantenerlo en buen estado durante el transporte. Sin embargo, esta técnica no siempre garantizaba la calidad del pescado, por lo que también se popularizaron las salazones, los pescados secos y los ahumados, que permitían a los madrileños disfrutar del sabor del mar.
En el siglo XIX, la influencia gastronómica andaluza introdujo el característico rebozado al bocadillo de calamares. El calamar, por ser económico y no tener espinas, se convirtió en una opción perfecta para disfrutar en bares y tabernas, agregando sabor y aporte energético al plato.
El punto de inflexión definitivo para el bocadillo de calamares llegó en el siglo XX, especialmente a partir de los años 50. Este sencillo pero delicioso bocata se consolidó en la cultura madrileña, especialmente en bares y establecimientos alrededor de la Plaza Mayor y lugares emblemáticos como El Brillante, donde se convirtió en el producto estrella.
Aunque la historia exacta de cómo el bocadillo de calamares se convirtió en un clásico madrileño sigue siendo desconocida, su popularidad está ligada a la historia y a los ingeniosos métodos de conservación del pescado. Hoy en día, el bocadillo de calamares es un plato imprescindible para los amantes de la gastronomía madrileña y una experiencia culinaria que no te puedes perder.
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