China ha hecho historia con el regreso de su sonda Chang’e-6, que trajo a la Tierra las primeras muestras de la cara oculta de la Luna. Este hito marca el inicio de una serie de misiones que buscan explorar y establecer una base lunar. La próxima misión, Chang’e-7, está programada para 2026 y se centrará en las regiones permanentemente oscuras del polo sur lunar, donde se encuentran reservas de agua helada. Esta misión incluirá un orbitador, un módulo de aterrizaje y una innovadora sonda voladora que superará las limitaciones de los rovers tradicionales.
La sonda voladora estará equipada con analizadores moleculares de agua, herramientas de perforación y brazos mecánicos, lo que permitirá realizar análisis espectrales en zonas difíciles de alcanzar. Posteriormente, en 2028, se lanzará Chang’e-8, que servirá como demostrador de tecnologías para la futura Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS). Esta misión probará técnicas de aprovechamiento de recursos in situ, incluyendo experimentos de impresión 3D con materiales lunares.
La ambición de China no se detiene ahí. Para 2030, la Agencia Espacial Tripulada de China (CMSA) planea enviar dos astronautas a la superficie lunar. Esta misión requerirá el lanzamiento de dos naves espaciales: un orbitador llamado Mengzhou y un aterrizador llamado Lanyue. La base lunar ILRS se construirá en fases, comenzando con misiones robóticas hasta 2035, que establecerán laboratorios de investigación y soporte vital.
La visión de China incluye la creación de una ciudad lunar con 5.000 científicos de todo el mundo, trabajando en la investigación y exploración. La base se ubicará en el polo sur lunar, cerca de depósitos de hielo, y contará con infraestructura energética avanzada. Aunque China busca colaboración internacional, actualmente más países han firmado los Acuerdos Artemisa de la NASA. Sin embargo, el proyecto ILRS incluye a varios países, como Rusia, Egipto y Sudáfrica, entre otros.
Imagen: CNSA