Durante el mes de julio, China decidió implementar un cambio significativo para abordar el problema del envejecimiento y la baja tasa de natalidad en su población. Por primera vez desde los años 50, el país ha optado por retrasar la edad de jubilación. Hasta ahora, los hombres se retiraban a los 60 años y las mujeres a los 50 o 55, dependiendo de su profesión. A partir del 1 de enero de 2025, esta edad se irá retrasando gradualmente en un plazo de 15 años.
El plan establece que para 2040, los hombres deberán jubilarse a los 63 años, mientras que las mujeres pasarán de 55 a 58 años para trabajos no físicos y de 50 a 55 para las obreras. Además, se ampliará el periodo mínimo de trabajo requerido para recibir una pensión, que pasará de 15 a 20 años, aunque esta medida no afectará a los ciudadanos hasta 2030.
Este cambio se produce en un contexto de crisis demográfica, ya que el país ha experimentado una pérdida de población total por segundo año consecutivo y las tasas de natalidad son las más bajas desde que existen registros. En 2022, había 280 millones de jubilados, cifra que aumentó a 297 millones el año pasado, representando un 21% del censo total. Se estima que para la próxima década, esta cifra alcanzará los 300 millones.
A pesar de la urgencia que el gobierno le otorga a esta reforma, la medida ha sido recibida con escepticismo por parte de los trabajadores. Muchos expresan su preocupación en redes sociales, señalando que enfrentan recortes salariales y dificultades para encontrar empleo. El gobierno, por su parte, considera que esta reforma es necesaria para modernizar un sistema que ha quedado obsoleto desde los años 50.
Imagen: Mark Hang Fung So