China ha iniciado dos días de ejercicios militares alrededor de Taiwán como respuesta a la investidura del nuevo presidente, Lai Ching-te. Considerado un «peligroso separatista» por Pekín, Lai asumió el cargo con un discurso que celebró la democracia taiwanesa e instó a China a cesar su intimidación política y militar.
Las maniobras, denominadas Joint Sword-2024A, comenzaron con el despliegue de aeronaves y barcos militares para poner a prueba sus capacidades de combate. El Ejército Popular de Liberación de China anunció que estas acciones son un «fuerte castigo» por los actos separatistas de Taiwán.
En respuesta, Taiwán movilizó sus fuerzas marítimas, aéreas y terrestres para defender su libertad y estabilidad regional. La Guardia Costera taiwanesa también desplegó su flota para monitorizar los movimientos en las aguas circundantes y defender la soberanía del país.
Durante la campaña electoral, China había advertido que la elección de Lai traería «guerra y declive» a la isla. Tras su investidura, las autoridades chinas advirtieron de fuertes consecuencias y prometieron continuar reforzando las capacidades defensivas de Taiwán.
Los ejercicios militares se desarrollan en el estrecho de Taiwán y en zonas al norte, sur y este de la isla. Según el coronel Li Xi, los ejercicios son un serio aviso contra la interferencia y provocación de fuerzas externas.
Las relaciones entre Pekín y Taipéi se han deteriorado desde el ascenso al poder de la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen en 2016. Pekín ha incrementado la presión militar, diplomática y económica sobre la isla, que cuenta con un gobierno, un ejército y una moneda propia.
Estos acontecimientos pueden tener importantes consecuencias económicas, ya que un 70% de la producción mundial de semiconductores procede de Taiwán y más del 50% de los contenedores de mercancías cruzan el estrecho que separa la isla de China continental.
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