La agricultura se encuentra en un punto de inflexión, enfrentándose al desafío de adaptarse al cambio climático y a la creciente desertificación. Durante 10.000 años, hemos dependido de cultivos anuales como el trigo, el arroz y el maíz, cuya naturaleza efímera y exigente agota los recursos del suelo y aumenta la vulnerabilidad ante la sequía. Sin embargo, la solución podría residir en una antigua alternativa: los cultivos perennes.
Los cultivos perennes, con sus ciclos de vida largos y raíces profundas, presentan ventajas significativas sobre sus contrapartes anuales. No solo son más resistentes a la sequía y la erosión, sino que también requieren menos fertilizantes y pesticidas, ofreciendo un camino sostenible para la agricultura. A pesar de sus beneficios, el principal desafío radica en su menor rendimiento comparativo, una barrera que investigadores y empresas buscan superar a través de la selección y cruzamiento con especies silvestres, sin recurrir a la ingeniería genética.
En España, donde el 20% del suelo ya está desertificado, la adopción de cultivos perennes podría ser una estrategia crucial para combatir la desertificación y adaptarse a los incendios de nueva generación. Aunque todavía estamos lejos de reemplazar por completo los cultivos anuales, los avances recientes sugieren un futuro prometedor. La transición hacia cultivos más sostenibles y resistentes no solo es posible, sino necesaria, marcando un nuevo capítulo en la historia de la agricultura.
Imagen: Marc Wieland