La búsqueda de la longevidad se ha convertido en una obsesión para muchos ultrarricos, quienes están dispuestos a invertir grandes sumas de dinero en clínicas especializadas. Estos centros ofrecen desde pruebas genéticas hasta tratamientos innovadores, prometiendo alargar la vida y mejorar la calidad de la misma.
Según Matt Fellowes, miembro del consejo asesor del Centro de Longevidad de Stanford, el acceso a estos tratamientos es un privilegio exclusivo de los ricos. El mercado de bienestar ha crecido significativamente, alcanzando los 5,6 billones de dólares, impulsado por la pandemia y el aumento del interés en la salud.
Sin embargo, Fellowes advierte que muchos de estos servicios no están regulados y pueden no ofrecer resultados tangibles. A pesar de esto, clínicas como Hooke en Londres, Clinique La Prairie en Suiza y RoseBar en Ibiza atraen a clientes adinerados con la promesa de tratamientos personalizados y efectivos.
Hooke, por ejemplo, ofrece un examen de salud avanzado y planes de longevidad por cerca de 40.000 dólares al año. Clinique La Prairie, con su paquete de revitalización de 53.000 dólares, combina lujo y tratamientos de salud en un entorno exclusivo. Por otro lado, RoseBar en Ibiza ofrece programas de bienestar que incluyen infusiones intravenosas y terapias de biohacking.
El interés por estos tratamientos ha coincidido con un aumento en el turismo de bienestar, que se espera crezca un 17% anual. Destinos como The Well en Costa Rica y Lanserhof en los Alpes también están en auge, ofreciendo experiencias únicas centradas en la salud y la longevidad.
En resumen, la longevidad se ha convertido en un nuevo lujo, donde los ultrarricos buscan no solo vivir más, sino también vivir mejor, a través de tratamientos exclusivos y personalizados.
Imagen: Business Insider
