Cada año se producen más días de calor extremo, con consecuencias graves en la salud, sobre todo de niños, ancianos y embarazadas. El aumento de las temperaturas globales plantea nuevos desafíos para la sanidad, especialmente para las mujeres embarazadas. Estudios han demostrado una relación entre el calor extremo y el aumento de partos prematuros. Las noches calurosas alteran los ritmos circadianos, provocando dificultades respiratorias y variaciones en la presión arterial. Además, el calor extremo puede causar defectos del tubo neural, bajo peso al nacer e incluso muerte fetal. La vegetación urbana juega un papel crucial en la mitigación de estos riesgos. Las áreas con mayor cobertura arbórea mostraron una disminución en el riesgo de partos prematuros. Es fundamental tomar medidas durante el embarazo con calor extremo, como beber mucha agua, evitar la exposición al sol, vestir ropa holgada y fresca, tomar duchas frías y descansar con frecuencia. España, con su clima y veranos cada vez más calurosos, debe prepararse para un aumento en los nacimientos prematuros debido al calentamiento global.
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