El ayuno intermitente ha demostrado beneficios como la pérdida de peso, retención de masa muscular, reducción de grasa abdominal y prevención de enfermedades metabólicas. Sin embargo, el ayuno nocturno, que implica no comer durante 10-12 horas, también puede ser una práctica saludable. Durante este período de descanso, el cuerpo puede quemar grasas, promover bacterias intestinales beneficiosas y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y diabetes. Además, se ha relacionado con una menor inflamación y estrés oxidativo. Experimentar con un ayuno nocturno de 12 horas puede mejorar el estado de ánimo y los niveles de energía. Si no puedes adelantar la cena, puedes retrasar el desayuno y evitar los picoteos antes de dormir. Este tipo de ayuno, recomendado por la Universidad de Harvard, puede adaptarse a diferentes franjas horarias. Es una práctica versátil y menos exigente que el ayuno intermitente.
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