Un estudiante de la Universidad de Nueva York y propietario de una mina de Bitcoin en Texas revela involuntariamente cómo los inversores chinos eluden las regulaciones y mueven dinero de China a Estados Unidos a través de criptomonedas. La empresa BitRush, propiedad del estudiante, enfrenta demandas por no pagar a contratistas, lo que ha llevado a la revelación de transacciones ocultas. La compra de la mina de Bitcoin se realizó con criptomonedas a través de un intercambio extraterritorial, lo que impide conocer el origen de la financiación. Los inversores chinos utilizan el anonimato de las criptomonedas para evitar la supervisión de los reguladores y las restricciones chinas sobre la salida de dinero del país. Esta historia pone en evidencia la dependencia de las criptomonedas a las decisiones políticas y la falta de descentralización del Bitcoin.