La investigación reciente sobre la dieta de los romanos en alta mar revela sorprendentes hallazgos. Un naufragio de hace 1.700 años cerca de España ha proporcionado información valiosa sobre los alimentos que consumían los marineros romanos.
El estudio, liderado por el investigador Herman va Vliet, destaca que los romanos no solo dependían de alimentos conservados. En el naufragio, se encontraron ánforas con liquamen, una salsa de pescado fermentada, y otros ingredientes como aceite de oliva y vino. Esto demuestra que la cocina a bordo era más sofisticada de lo que se pensaba.
Además, los romanos contaban con cocinas rudimentarias que les permitían preparar comidas calientes. Esto era un lujo necesario para mantener la moral de la tripulación durante los largos viajes. El pan de cebada y las legumbres eran alimentos comunes, y la pesca durante el trayecto proporcionaba proteínas frescas.
La seguridad también era una prioridad. Los romanos utilizaban braseros y hornillos de carbón para cocinar, minimizando el riesgo de incendios en los barcos de madera. Restos de tejas y ladrillos encontrados en naufragios indican que se tomaban precauciones para proteger las áreas de cocina.
En conclusión, la capacidad de los romanos para preparar alimentos en condiciones difíciles refleja su ingenio y adaptación. La cocina en alta mar no solo era una necesidad, sino que también contribuía al bienestar y la eficiencia de la tripulación, asegurando el éxito de sus misiones.
Imagen: James Bikie, Laureys a Castro