El magnesio es un elemento esencial para nuestro cuerpo, interviniendo en numerosos procesos bioquímicos vitales. Este mineral es utilizado por unas 300 enzimas para llevar a cabo reacciones químicas que permiten la síntesis de proteínas. Además, más de la mitad del magnesio en nuestro organismo se encuentra en los huesos, lo que resalta su importancia para la salud ósea.
La carencia de magnesio puede acarrear problemas de salud, como migrañas, depresión, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Por ello, los suplementos de magnesio se han propuesto como una opción para controlar la presión sanguínea, un indicador clave de la salud cardiovascular.
La evidencia sugiere que el magnesio puede ayudar a reducir la presión sanguínea, aunque la FDA ha señalado que las pruebas son “inconcluyentes pero no consistentes”. Por lo tanto, se recomienda obtener magnesio a través de una dieta equilibrada, que incluya alimentos ricos en este mineral y en fibra.
Un estudio reciente en la revista Current Therapeutic Research indica que los suplementos de magnesio pueden provocar una reducción “pequeña pero significativa” de la presión sanguínea, especialmente en dosis altas y tratamientos prolongados. Sin embargo, es importante recordar que el magnesio no debe ser utilizado como terapia única, sino como complemento de otros tratamientos.
Entre los alimentos ricos en magnesio se encuentran frutos secos, legumbres, arroz integral, carne, salmón, plátano y chocolate oscuro. Aunque el magnesio tiene pocos efectos nocivos, el consumo excesivo puede ser perjudicial, especialmente en personas con problemas renales. Por lo tanto, es recomendable consultar a un médico antes de iniciar cualquier suplementación.
Imagen: Beelith USA / SHVETS production