El 24 de septiembre, China lanzó una serie de estímulos económicos para revertir la narrativa negativa que rodeaba a su economía. Sin embargo, muchos escépticos creen que estas medidas no serán suficientes para abordar problemas como la crisis inmobiliaria, la deflación y la falta de confianza en el mercado. Economistas del banco japonés Nomura sugieren que este podría no ser el último paquete de estímulos, ya que el sistema chino opera de manera jerárquica, donde las órdenes del gobierno son seguidas rigurosamente.
Se anticipa que varios ministerios implementen medidas de estímulo en las próximas semanas, lo que podría ayudar a restaurar la confianza del consumidor y a inyectar capital en las empresas. Un día después del anuncio de estímulos, Pekín ofreció ayuda en metálico a la población más necesitada, lo que indica un enfoque proactivo para abordar la crisis económica.
Sin embargo, la crisis inmobiliaria sigue siendo un gran desafío. Aunque el gobierno se ha comprometido a estabilizar el mercado, muchos economistas creen que un solo paquete de estímulos no resolverá el problema. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China planea anunciar políticas para impulsar el crecimiento económico, pero la implementación de estas medidas podría ser complicada.
El cambio en la política económica podría ser un punto de inflexión, pero también existe el riesgo de que las medidas sean excesivas y descontroladas. Los mercados de valores han reaccionado positivamente, pero hay preocupaciones sobre un posible sobrecalentamiento. Los economistas advierten que, si no se abordan los problemas estructurales, las medidas de estímulo podrían tener un impacto limitado y solo ofrecer un alivio temporal.
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