España atraviesa uno de los momentos más dramáticos e inseguros de su reciente historia. El deterioro de las instituciones y el apoderamiento de las mismas por parte del Gobierno son preocupantes. La intervención feroz y la influencia del presidente sobre personas cercanas ideológicamente generan desconfianza. El ataque al Poder Judicial es inconcebible en un Estado de Derecho, y el Ejecutivo insulta abiertamente a los jueces, obviando el imperio de la ley.
El Tribunal Constitucional ha demostrado sumisión al poder del presidente, lo que genera inseguridad jurídica y compromete el futuro de la nación. Esta situación provoca una injusta desconfianza en los jueces, perjudicando a todos. Además, la violencia de género sigue siendo un problema sin solución. Las medidas actuales, como las pulseras telemáticas y las órdenes de alejamiento, no son efectivas. La sociedad asiste estupefacta sin encontrar medidas que frenen esta barbarie.
El fenómeno migratorio también ocupa un lugar destacado en la actualidad. España, como puerta de entrada a Europa, enfrenta desafíos en la gestión de la inmigración. La inserción de inmigrantes en la sociedad es complicada debido a barreras culturales y lingüísticas. Los menores no acompañados, conocidos como «menas», representan un desafío adicional, ya que el Estado debe protegerlos y prepararlos para su futuro.
En resumen, España enfrenta una crisis institucional y desafíos sociales significativos. La intervención del Gobierno en las instituciones y la falta de soluciones efectivas para problemas como la violencia de género y la inmigración generan un clima de inseguridad y desconfianza. Es crucial abordar estos problemas con medidas efectivas y una regulación ordenada para lograr una convivencia serena.
Imagen: EFE