El arroz a la cubana, la tortilla francesa, el filete ruso y la pizza hawaiana son ejemplos de platos cuyos nombres no siempre coinciden con su origen real. La ensaladilla rusa es otro de estos casos. Aunque es uno de los platos más típicos de la gastronomía española, su origen sigue siendo desconocido para muchos. La cocina es un claro ejemplo de la mezcla cultural que enriquece la sociedad, y es habitual cocinar con ingredientes de otros continentes.
La ensaladilla rusa, también conocida como ensaladilla Olivier, fue popularizada en Moscú por el cocinero belga-francés Lucien Olivier en la década de 1860. Este platillo se convirtió en un éxito en el restaurante Hermitage, donde se servía comida francesa con un toque ruso. Aunque la receta se popularizó gracias a Olivier, ya existía una mención de la russian salad en el recetario The Modern Cook de 1845.
El impacto de la ensaladilla rusa en la gastronomía fue significativo y perdura hasta la actualidad. A pesar de su nombre, proviene del ingenio de chefs europeos que adaptaban recetas con ingredientes locales. La notoriedad de la ensaladilla Olivier creció debido a su calidad y al ambiente sofisticado del Hermitage, atrayendo a la élite rusa.
La receta original de Olivier incluía ingredientes como patata, lechuga, pepinillos, aceitunas, carne de perdiz, cangrejos, lengua de ternera y posiblemente caviar. Tras la muerte de Olivier, la receta evolucionó, y la Revolución Rusa transformó el plato en una versión más accesible, con ingredientes como patata, zanahoria, huevos cocidos, guisantes y carne de pollo o jamón cocido, aderezado con mayonesa.
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