La Administración Biden y Arabia Saudí están finalizando un acuerdo que incluye garantías de defensa de Estados Unidos al reino y la venta de armamento avanzado. A cambio, Arabia Saudí detendrá las compras de armas chinas y restringirá la inversión de Pekín en el país. Este acuerdo, negociado desde hace años, se ha demorado por la misión armada de Israel contra Hamás en Gaza.
Antes del ataque terrorista palestino del 7 de octubre, la Casa Blanca estaba ultimando un acuerdo de reconocimiento diplomático entre Arabia Saudí e Israel. Ese acuerdo era resultado de los Acuerdos de Abraham, iniciados por Donald Trump, que priorizaban reconocimientos a Israel de naciones árabes. La respuesta de Israel y el apoyo de Biden a esta hizo peligrar este acuerdo de seguridad entre Washington y Riad, que ahora está de nuevo en sus últimas fases.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, declaró recientemente que el reconocimiento mutuo de Israel y Arabia Saudí sigue siendo un objetivo a alcanzar, aunque sea demorado. Kirby afirmó que se han logrado avances significativos en los elementos bilaterales de lo que sería un acuerdo histórico que llevaría a una región más integrada.
Sin embargo, cualquier pacto con Arabia Saudí probablemente se enfrentará a oposición en el Capitolio. Varios diputados y senadores de izquierda han denunciado a Riad por su intervención armada en Yemen, sus restricciones para mantener elevados los precios del petróleo y su papel en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018. Además, hay legisladores centristas que recelan de una parte del acuerdo que apoyaría un programa nuclear de uso civil por parte de Arabia Saudí.
El senador demócrata Edward J. Markey escribió a la Administración Biden pidiendo garantías sobre el posible acuerdo de cooperación nuclear civil con Arabia Saudí. Markey instó a que cualquier acuerdo incluya el compromiso de Arabia Saudí de renunciar al enriquecimiento y reprocesamiento de material nuclear, y que se implemente el Protocolo Adicional de la Agencia Internacional para la Energía Atómica para asegurar la naturaleza pacífica de las actividades nucleares.
Arabia Saudí es un régimen autoritario donde las libertades civiles están altamente limitadas. Aun así, es un viejo aliado de Washington. Su rivalidad con Irán lo convierte en un posible aliado de Israel. La Administración Trump buscó formar un frente antiiraní con un acuerdo bilateral entre Jerusalén y Riad, tras la firma de pactos diplomáticos con Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos.
Desde el atentado del 7 de octubre, Arabia Saudí ha dicho que no habrá acuerdo diplomático mientras Israel mantenga en pie una guerra en Gaza. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tendría que aceptar poner fin a la guerra en Gaza y avanzar hacia la creación de un Estado palestino para unirse a un acuerdo más amplio. Los funcionarios estadounidenses esperan que Netanyahu no quiera perder la oportunidad histórica de establecer relaciones con Arabia Saudí, aunque se enfrenta a fuertes presiones políticas internas.
Un acuerdo más amplio, que incluya la protección militar de EE.UU. al mayor exportador de petróleo del mundo y la normalización con Israel, uniría a dos antiguos enemigos y vincularía a Riad con Washington en un momento en que China está ganando influencia en la región. Este acuerdo también fortalecería las defensas de Israel contra Irán y le daría al presidente Biden una victoria diplomática antes de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.
Imagen: reuters