Alonso Yáñez Fajardo, conocido como «El Granadino», fue un destacado oficial de los Reyes Católicos en el siglo XV. Sin embargo, su mayor fama proviene de su papel como «putero mayor del reino», ya que fue recompensado con las rentas de las mancebías del Reino de Granada. Este negocio de la prostitución era tolerado y regulado por las autoridades de la época como una forma de evitar problemas mayores.
La Corte incluso promovió la concentración de la prostitución en burdeles, estableciendo leyes que favorecían esta práctica. Las mancebías fueron reguladas de forma detallada, controlando la salud de las prostitutas y estableciendo el pago de impuestos. Esto permitió a la Corona beneficiarse económicamente y mantener el orden social.
Alonso Yáñez Fajardo gestionó las mancebías a través de administradores y se le conoció como «el señor de las putas». Sin embargo, su negocio era solo una parte de la vasta red de prostíbulos que existía durante el reinado de Isabel y Fernando.
El sur de España, especialmente Valencia, Granada y Sevilla, se convirtió en un importante centro de prostitución en el siglo XVI. En Madrid, durante el reinado de Felipe III, se estima que había alrededor de 800 burdeles.
Este clima de permisividad cambió con el reinado de Felipe IV, quien consideró la prostitución inmoral y comenzó a imponer restricciones. A pesar de esto, se dice que Felipe IV era un adicto al sexo y tuvo numerosos hijos ilegítimos.
En resumen, Alonso Yáñez Fajardo, alias «El Granadino», fue un oficial de los Reyes Católicos que se hizo famoso por su papel como «putero mayor del reino». La prostitución era tolerada y regulada en la época como una forma de mantener el orden social. Sin embargo, con el tiempo, se impusieron restricciones a esta práctica.
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