Alfonso X, conocido como el Sabio, fue un monarca que dejó un gran legado en la cultura y en la unificación de España. Sin embargo, la muerte llegó para él el 4 de abril de 1248 en la ciudad de Sevilla. Aunque las crónicas de la época no revelan la causa exacta de su fallecimiento, se cree que pudo haber sido a causa de una enfermedad, posiblemente un cáncer maxilofacial. Alfonso X dejó instrucciones precisas sobre su entierro, expresando su deseo de ser enterrado en el monasterio de Santa María en Murcia, pero también permitiendo que sus restos fueran trasladados a Sevilla, donde estaban enterrados sus padres. Además, solicitó que su corazón y sus entrañas fueran llevados a Jerusalén, aunque finalmente esto no fue posible debido a la guerra en Tierra Santa. Su corazón y sus entrañas descansan en la Catedral de Murcia. Aunque no se pudo cumplir completamente con sus deseos, el legado de Alfonso X como monarca y promotor de la cultura perdura hasta el día de hoy.
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