A medida que envejecemos, el riesgo de sufrir un infarto aumenta. Sin embargo, también se ha descubierto que las emociones negativas, como la ira y el enfado, pueden debilitar el corazón. Un estudio encontró que las personas optimistas tenían niveles más bajos de cortisol, una hormona del estrés que puede contribuir a enfermedades cardíacas. Además, las mujeres que experimentaban emociones positivas tenían niveles más bajos de proteínas inflamatorias en la sangre. La ira excesiva puede sobrecargar el sistema cardiovascular y aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas. Investigadores han descubierto que el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral aumenta después de sentirse enfadado. La ira provoca la producción de hormonas del estrés que aumentan la presión arterial y contribuyen al desarrollo de la placa que obstruye las arterias. Aprender a controlar el enfado puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardíacas. Tomarse un descanso, practicar la asertividad, comprender las emociones subyacentes y utilizar técnicas de relajación como la respiración profunda y la meditación son estrategias efectivas para controlar la ira y proteger la salud del corazón.
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