La ansiedad y el estrés, aunque a menudo confundidos, presentan características distintas que afectan nuestra salud mental. El estrés es una reacción ante demandas externas, como presiones laborales o cambios vitales, provocando una respuesta inmediata que suele disiparse tras solucionar el problema. En contraste, la ansiedad surge ante la anticipación de una amenaza futura, persistiendo incluso sin un desencadenante externo claro, lo que puede llevar a un estado prolongado de preocupación o temor. Ambos fenómenos, interconectados, pueden influirse mutuamente, haciendo crucial distinguirlos para su manejo efectivo. Los tratamientos varían desde terapias conductuales y ejercicios de relajación hasta, en casos severos, intervención profesional, subrayando la importancia de abordar estos problemas para el bienestar integral.
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