Los jóvenes de hoy se sienten estafados, con un millón de ellos trabajando gratis o como becarios. La vivienda es inaccesible, con precios que han subido un 159% desde 1996. La precariedad laboral y los salarios bajos hacen que los jóvenes sean un 20,6% más pobres que en 2008. Además, las políticas públicas no están centradas en ellos, con un gasto en vivienda que apenas alcanza el 0,4% del PIB. La falta de oportunidades laborales y la concentración de empleo en grandes ciudades agravan el problema. Es necesario un cambio en las políticas para garantizar un acceso justo a la vivienda para los jóvenes.
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