China ha acusado a una empresa extranjera y a una local de realizar un mapeo ilegal de sus calles, lo que ha generado tensiones en el contexto de la guerra comercial del automóvil. Esta acusación surge en un momento crítico, ya que la Comisión Europea está a punto de aprobar aranceles a los coches eléctricos provenientes de China, tras el apoyo de varios países europeos.
En la última votación, 10 países se manifestaron a favor de los aranceles, mientras que 12 se abstuvieron y 4 votaron en contra. Para que la medida no se apruebe, se necesitarían al menos 15 países que representen el 65% de la población europea en contra, algo que parece improbable. La suma de Francia, Italia, Polonia y Grecia ya representa el 39% de la población, lo que dificulta la oposición a los aranceles.
China ha intentado influir en esta situación levantando barreras comerciales, como se vio con las importaciones de cerdo en España, que llevaron a un cambio de voto. Mientras tanto, Estados Unidos ha intensificado su postura contra China, prohibiendo la venta de coches con hardware o software chino, alegando riesgos de seguridad nacional.
Las autoridades chinas han señalado que la empresa extranjera, que no ha sido identificada, contrató a una empresa local para realizar el mapeo, lo que es esencial para el desarrollo de sistemas de conducción autónoma. Sin embargo, el Gobierno chino considera que esta actividad pone en riesgo la seguridad nacional.
Algunas empresas chinas, como Geely y Tesla, han desmentido estar involucradas en estas acusaciones. Tesla, en particular, enfrenta desafíos en el mercado chino, donde los fabricantes locales están ganando terreno. La situación se complica aún más con la falta de aprobación para el sistema de conducción semiautónoma de Tesla en China.
En resumen, la acusación de mapeo ilegal por parte de China añade una nueva capa de complejidad a la ya tensa relación comercial entre el país asiático y Occidente, especialmente en el sector automotriz.
Imagen: Joshua Fernandez